En los textos presentados en el
Ciclo de Formación se presenta a la cultura como signada por un conjunto de
herramientas con las que el hombre socializa. Uno de los mayores desarrollos
del Siglo XX ha sido el de la Internet. Desarrollo que ha trascendido su misión
original de ser un vehículo de información para pasar a ser una red que conecta
personas, hechos trascendiendo las barreras geográficas o temporales.
A partir del desarrollo de
internet se modifica nuestro entorno,
nuestros vínculos y nuestra forma de acceder al conocimiento… y aquí quienes
nos dedicamos a la educación no podemos dejar de preguntarnos acerca de si la
pedagogía se ha replanteado los términos en los cuales se da este proceso de
enseñanza – aprendizaje en términos de “antes de Google” o “después de Google”.
Google, en cuanto ejemplo
paradigmático, ofrece a cualquier usuario infinidad de referencias ante una
sola palabra… nos sumerge con un simple “click” en una infinidad de
referencias, definiciones, desarrollos, tratados que requieren por parte de
quien se enfrenta a semejante torrente
de información de otros tipos de habilidades, conocimientos, de otros modos de
procesamiento la información respecto a una búsqueda “tradicional” en textos
escritos.
Y aquí es donde se propone
preguntarle a la pedagogía qué cuestionamientos se hace respecto a la internet
ya hoy como parte constitutiva de la socialización de las nuevas generaciones.
Donde convive el discurso del profesor con los múltiples artículos que ofrece
la red; donde un terremoto puede ser seguido en tiempo real a kilómetros de
distancia; donde se puede entablar una comunicación con alguien que se
encuentra en otro continente…
Internet es hoy uno de los rasgos tecnológicos que marca nuestra
cultura, que nos constituye en tanto interviene en nuestra socialización y
que en tanto sesga los modos de circulación de la información, influye en los
modos de producción de saber. La Pedagogía no puede dejar de lado este sesgo.
No puede dejar de preguntarse acerca de los modos en que circula la
información, que ya no es por “lugares” físicos determinados sino por la
“nube”. Y por otra parte, cabe preguntarse si la pedagogía se pregunta si las
herramientas que se ofrecen son las que estos nuevos modos de circulación y de
producción de saber requieren.
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